Por CÉSAR LERENA
La actividad pesquera no puede estar en manos de
vendedores de pescados o de burócratas del Estado. La pesca es una actividad
geoestratégica de la nación, fundadora de pueblos, radicadora de industrias,
generadora de empleos y custodia del territorio marítimo en el extenso
atlántico sur argentino. El reciente saliente ex subsecretario de Pesca Tomás
Gerpe era “un buen muchacho”. Dejó todo como estaba. Siguió haciendo las cosas peor
que hace 50 años, incrementando la concentración del negocio y bajando el valor
agregado; dándole continuidad a la inefable política de Moreno donde el
importador debía exportar, a punto tal, de dar lugar en la actividad en 2014 a
una empresa del rubro de la electrónica y los electrodomésticos, absolutamente
ajena a la pesca que, a solo tres años, lidera las exportaciones pesqueras.
Algo huele mal en Dinamarca. ¿Más valor agregado, más ocupación, mayor
explotación racional del recurso? No, los pocos peces grandes se siguen
comiendo a los chicos.
Designado
subsecretario, su segundo, Juan Bosch, quien hasta el momento era el brazo
ejecutor de la desindustrialización pesquera y la profundización de su
langostino-dependencia, este funcionario muestra números que engañan a los
funcionarios y lectores desprevenidos: 2017 fue récord de las exportaciones con
1.978 millones de dólares, un 16,2% mayor que en el 2016, como producto de la
comercialización de commodities de
calamar (un 13% del monto total exportado), de langostinos (un 62% del monto
total) y la decreciente exportación del resto de las especies que se quedaron
con el 25%, cuando hace 20 años representaban el 62% de las exportaciones del
país. Solo en la exportación de merluza entre 1997 y el 2017 se perdieron unos
100 millones de dólares anuales, a pesar de las bajas de precios
internacionales de 1997. Todo ello, con la consecuente pérdida de valor
agregado y la creciente desocupación de trabajadores en las plantas
industriales.
Además,
nadie habla de lo que los científicos especializados han reiterado hasta el
cansancio: las predicciones sobre la captura del langostino son impredecibles y
una reducción drástica en sus capturas, como las de la década del 2000 donde se
extrajeron un promedio anual del 23% de la captura actual, provocaría una
crisis sin precedentes en el sector, ya que la pesca, en la última década, ha
mutado de la captura y procesamiento en tierra de la merluza a la extracción
del langostino. La pesca es un recurso del Estado concesionado a terceros y el
gobierno de turno debiera administrarlo adecuadamente, porque no se trata de
bienes propios de un reducido número de empresarios sino de un recurso de todos
los argentinos que debe explotarse racionalmente, con sustentabilidad
económica, pero también social y biológica. Pero este tema es aún más grave que
lo ya descripto en estas líneas, como para dejarla en manos de meros
burócratas.
¿Son
estos señores, incapaces de administrar adecuadamente un recurso biológico,
capaces de prestar el debido asesoramiento al Ejecutivo sobre la utilización de
esta fenomenal herramienta geopolítica y de soberanía alimentaria? Por cierto,
que no. Dos millones de toneladas anuales de recursos pesqueros son explotados
en el Atlántico Sur. Un millón doscientos mil por parte de embarcaciones
extranjeras clandestinas, incluyendo las que operan con licencia inglesa.
Doscientos mil toneladas anuales se descartan en el mar con las que se podrían
alimentar dos millones anuales de personas vulnerables, con proteínas de la mejor
calidad. ¿Qué hace el gobierno y los funcionarios de la subsecretaría al
respecto? La Argentina tiene un territorio marítimo de 4.779.000 Km2 contados
desde las líneas de base del territorio continental hasta las 200 millas y más
allá de estas de 1.782.000 Km2 de plataforma continental. Aunque de ese
territorio una parte importante se encuentra invadido por el Reino Unido, como
consecuencia de la ocupación de facto de las 200 millas alrededor de Malvinas y
el consecuente reclamo de derechos sobre la plataforma. ¿Quién elabora el plan
estratégico de la nación en el Atlántico Sur que pretende ceder los recursos
pesqueros y facilitar los traslados aéreos de los malvinenses y circunscribir
la cuestión a los 11.410 Km2 de Malvinas?
Esta
política la inició la dupla Menem-Cavallo con los falsamente denominados “Acuerdos de Madrid” -aunque las
tratativas previas fueran obra de Caputo- diseñados a la medida del Reino
Unido, y aun así éste los ha violentado en forma sostenida, ampliando su
ocupación marítima y explotando los recursos naturales argentinos, desacatando
todas las normas y desatendiendo la conocida resolución de las Naciones Unidas
2065/65; pero en especial en materia de apropiación de los recursos naturales
de la N.º 31/49 que “Insta a las partes a abstenerse de ejecutar medidas unilaterales en el
área en disputa” y las Nro. 3171/73; 3175/73 Y 3336/74 que “Afirman
el derecho de los Estados cuyos territorios están bajo ocupación extranjera a
la soberanía permanente sobre sus recursos naturales; declarando que, la
explotación de los recursos naturales en esos territorios, son ilegales e,
instando a poner fin inmediato; a restituir los recursos naturales y a la plena
indemnización por la explotación y daños causados…”.
Si el
gobierno argentino no resguarda su soberanía con lo dispuesto en estas
Resoluciones de las Naciones Unidas y cede sus recursos pesqueros es poco
-nada- lo que podemos esperar respecto a la restitución de nuestro territorio.
Ya en este gobierno, la Cancillería a cargo de Malcorra (2016) efectuó la
declaración conjunta entre las cancillerías argentina y británica que, respecto
a esta materia, indicaba: “…adoptar las medidas apropiadas para
remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el
desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca,
navegación e hidrocarburos”, manteniendo la “fórmula del paraguas” de
los llamados Acuerdos de Madrid.
Quedamos
verdaderamente azorados: ni las “relaciones carnales” de Di Tella, se habían
atrevido a remover todos los obstáculos para asegurar el desarrollo sustentable
de Malvinas y de los británicos ocupantes de las Islas: una verdadera
“rendición incondicional”. La posibilidad de vuelos a terceros países desde y
hacia Islas, y la carga de insumos y recambio de tripulaciones para los más de
500 buques extranjeros que operan en el Atlántico Sur, transformarían a
Malvinas en el centro logístico pesquero más importante del Cono Sur, lo que
junto a los anuncios de la construcción de una zona franca en Uruguay por parte
de China, no solo llevaría a la quiebra de la actividad pesquera argentina,
sino acrecentaría aún más la ocupación extranjera del Atlántico Sudoccidental;
y por cierto, consolidaría la posición británica en Malvinas.
Refieren
muchos expertos que un potencial acuerdo relativo al Petróleo sería consolidar
definitivamente la posición inglesa en Malvinas. Y ello es absolutamente así;
pero la explotación de los recursos pesqueros en el mar argentino es lo que les
ha permitido a los ocupantes de Malvinas sobrevivir durante estos últimos 36
años, como el propio Director Británico de Recursos Pesqueros en Malvinas John
Barton manifestara el 14 de marzo de 2012: Sin
las Licencias de Pesca no hubiéramos sobrevivido en Malvinas. La Argentina
ha dicho al sancionar la Ley 24.543 “…teniendo presente el interés prioritario
de conservar sus recursos de la Z.E.E. y el área adyacente…el gobierno está
facultado para adoptar todas las medidas necesarias…el gobierno argentino
manifiesta que no reconoce ni reconocerá la titularidad ni el ejercicio por
cualquier otro Estado…el gobierno considera de mayor importancia…”. Debiera
entonces obrar en consecuencia y no acordar la explotación de sus recursos ni
facilitar su extracción o logística.
El
desaparecido dibujante Caloi, comprometido con la causa Malvinas, en
ocasión del Acuerdo de Madrid (1989/90) nos ilustró claramente la política que
llevó adelante el gobierno de Menem, continuó el de los Kirchner y profundiza
este gobierno. El camino no es facilitar el crecimiento y desarrollo actual de
las Islas, es denunciar los Acuerdos de Madrid y comenzar a formular una
Política de Estado con el concurso de embajadores especializados, ministros,
legisladores y expertos en materia de Defensa, recursos, navegación, etc. y la
aprobación pertinente del Congreso de la Nación. Desde la Pesca hay disponible
un conjunto de herramientas que pueden ayudar a revertir el statu quo de Malvinas; muchas de las
cuales no podemos ventilar por razones obvias; pero sí podemos mencionar el
proyecto S-2548/16 de Ley Nacional de Pesca Marítima presentado por los
Senadores Solanas; Pichetto; Rodriguez Saá; Abal Medina; Durango; Linares; Martínez;
Odarda y Pereyra que demuestra la voluntad de distintos partidos políticos, no
solo de avanzar sobre cuestiones de administración y desarrollo pesquero, sino
de proveer las herramientas necesarias para ocupar el Atlántico Sur y tener
bajo control los territorios marítimos e insulares nacionales.
Malvinas no son solo una parte de
nuestro territorio son un símbolo nacional que nos une y nos obliga como nación
soberana.
(*) César Lerena
Escritor. Consultor. Doctor en Ciencias. Presidente de la Fundación Agustina Lerena, entidad sin fines de lucro sobre Ciencias Naturales y Sociales. Asesor en el Honorable Senado de la Nación Argentina del Senador Fernando Pino Solanas. Ex Secretario de Estado, asesor de la Presidencia de la Nación Argentina. Ex Profesor Adjunto y Titular de las Universidades del Nordeste y Fasta Mar del Plata.
Escritor. Consultor. Doctor en Ciencias. Presidente de la Fundación Agustina Lerena, entidad sin fines de lucro sobre Ciencias Naturales y Sociales. Asesor en el Honorable Senado de la Nación Argentina del Senador Fernando Pino Solanas. Ex Secretario de Estado, asesor de la Presidencia de la Nación Argentina. Ex Profesor Adjunto y Titular de las Universidades del Nordeste y Fasta Mar del Plata.