Por CÉSAR AUGUSTO LERENA (*)Carrefour Argentina acaba de presentar un
proceso preventivo de crisis ante el Ministerio de Trabajo aduciendo que la
compañía con más de 500 sucursales en el país necesita "encontrar
soluciones para garantizar la sustentabilidad de sus operaciones en Argentina".
Pretende hacerlo despidiendo 3.000 trabajadores, reducir un 20% los salarios
del total de empleados y, a la vez, transformar una docena de hipermercados
minoristas en mayoristas.
Carrefour
se equivocó de estrategia promoviendo la concentración de las ventas en sus
supermercados y le ganaron los mercados de cercanía a quienes combatió con mano
férrea.
Mientras
apela a descartar a miles de trabajadores, vemos la propaganda gráfica donde
promueve el 2 x 1, la reducción al 50% de la segunda unidad, etc. y observamos
las diferencias notables de precios entre la salida de fábrica, de la quinta o
del tambo con relación a los precios finales de venta al público.
No sabemos
de dónde salen los supuestos números totales de personal de esta Cadena
francesa, pero, desde la implantación de los autoservicios estos ocupan un bajo
número de personas en relación al volumen del negocio y su facturación y ello está
directamente vinculado al sistema que utilizan los “autoservicios” donde ya no
hay “atención al cliente”; los repositores en su mayoría está a cargo de
terceros; los clientes hacen las tareas de selección -en muchos casos de porte pesado-
de los alimentos; del primer embolsado cuando se trata de hortalizas, frutas,
carnes, etc.; el posterior traslado hasta la caja e incluso, en gran parte de
los supermercados el empaque final lo hacen los clientes debido que se han
eliminado aquellas personas que se ocupaban de esta tarea. A esto se agrega la
reducción de cajas habilitadas, prestando no solo un mal servicio, sino
reduciendo personal. Cualquier almacén de barrio ocupa -proporcionalmente y con
relación a su facturación- más personal que este hipermercado preocupado en la
baja de su rentabilidad.
Bajo
pretexto de cuidar el medio ambiente -bien hecho- el supermercado no provee en
forma gratuita las bolsas de polietileno secundarias, ahora -para su beneficio-
las cobra.
Percibieron
su error de concepción y desarrollan estrategias de expansión multiplicando
locales o bocas de expendio y, a través del emplazamiento de cientos de
pequeños comercios de cercanía evitan la plena aplicación de la legislación que
obliga a las grandes superficies a radicarse fuera de los ámbitos céntricos en
las ciudades y pueblos. La limitación que se les impuso de instalar las grandes
superficies fuera del ámbito urbano no fue antojadiza, estuvo destinada a
proteger a los pequeños almacenes y autoservicios, las panaderías, carnicerías,
pescaderías, pastelerías, verdulerías, fruterías, rotiserías y otros pequeños
comercios -electrónicos, ópticas, perfumerías, tiendas, etc.- pero esa restricción fue fácilmente violada
con la habilitación de locales de cercanía que, abastecidos en forma diaria y a
cargo de un mínimo personal polifacético, le sirve de bocas de expendio a los
hipermercados, destruyendo miles de PYMES que atendían los barrios, generando
desocupación de miles de monotributistas y desamparo de sus familias. Muchos de
ellos hoy subsisten con planes del gobierno mientras nos preocupamos por el
déficit público. Dónde están las autoridades locales que permitieron esas
habilitaciones que no son otra cosa que satélites de los hipermercados.
En su
fracaso ahora van por los empleados propios. Los importantísimos avisos de
publicidad (muchas veces solventados por los proveedores) promueven la venta a
un supuesto bajo precio y con diversas ofertas, provocan una compra reactiva en
perjuicio de la calidad. Con mecanismos de venta como la “oferta del día” o la
“oferta de la hora”, únicamente posible en los grandes establecimientos que
cuentan con un gran apoyo publicitario, contrario a lo que ocurre en almacenes
y pequeños comercios independientes que carecen de capacidad económica y de
recursos publicitarios para competir.
En su
política de fidelización, financian y promueven la compra con tarjetas propias,
pero, “zapatero a tus zapatos”, olvidaron la “auténtica cercanía” que es la
fortaleza de los pequeños comercios de barrio: “la atención y familiaridad con
el cliente”. Ahora buscan ser sustentables despidiendo personal y
transformándose en mayoristas.
Carrefour
siempre ha sido considerado por los gobiernos de turno. El gobierno anterior,
de la mano del inefable secretario de Comercio Guillermo Moreno protegió el
conjunto del negocio con la aplicación de los “precios cuidados” a un reducido
número de productos, admitiendo aumentos en otros miles o la reducción de
gramajes para garantizar la rentabilidad. Y este gobierno no tiene ninguna
política en materia de comercialización de alimentos, la que consideramos
fundamental para reducir la inflación, la indigencia y la pobreza. Ello es
ciertamente preocupante porque los altos aumentos en los alimentos impactan
directamente en la Canasta Básica Alimentaria y Total, afectando en especial a
indigentes y pobres, donde el gasto de consumo de los hogares por finalidad
está liderado por alimentos y bebidas donde los porcentuales ascienden al 80%
del total de sus ingresos. Aunque el parámetro que se utiliza para medir el
porcentual de personas vulnerables no sea el más adecuado, si el gobierno no
tiene una política respecto a la comercialización alimentaria, generará más
provincias pobres, más productores pobres, más industriales pobres, más
consumidores pobres y más hipermercados protegidos.
Este
elefante que promueve sus ventas bajo el lema “al precio más bajo”, ahora
anuncia que echará 3.000 empleados para asegurar su sustentabilidad. La
sustentabilidad no sólo debe ser económica, sino también laboral y ambiental, de
lo contrario no existe tal sustentabilidad. Es decir, todos los argentinos le
compran a este hipermercado para que este mercado y su central francesa se
enriquezca mientras exigen bonificaciones de todo tipo a los pequeños
productores, proveedores e industriales, quiebran a cientos de pequeños
comercios y quitan a los industriales la venta de pan, el despostado,
fileteado, fraccionamiento, trozado, feteado, la elaboración de comidas
preparadas, etc. Ahora son sus empleados los que aguantan sus “precios
corajudos”. Esto es, una inversión de sin riesgo que busca el consentimiento
del Ministerio de Trabajo y del Sindicato para avanzar aún más en la
depredación.
Según la
Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECyS), “el mayor
volumen de ventas de los supermercados se da en la comercialización de los
productos alimenticios y bebidas” y, es así, y, no es la baja del consumo, ni
de la facturación que, inflación mediante, siempre es creciente, sino en el
fracaso más elocuente de la política comercial del más importante hipermercado
de Europa y la Argentina.
Mientras
los supermercados chinos han comenzado a penetrar fuertemente, mejorando su
calidad y compitiendo en precio, Carrefour se olvidó de los productos
ecológicos, cuya demanda es creciente, en una nueva muestra de su incapacidad
para adaptarse a los cambios que requiere un mundo moderno y ambientalmente
sostenible. Del mismo modo la venta de productos de la región, cuya responsabilidad
social, le debiera obligar a promover y desarrollar. Pero lo que es peor, se
olvidó su lema de la pirámide invertida donde el consumidor está arriba y de
los precios más bajos, de tanta oferta, donde el cliente no sabe si está
comprando caro o barato o la razón por la que es posible comprar 2 x 1 en lugar
de comprar uno al precio más bajo.
Pusieron
“el cuco” de la desocupación para asustar a los funcionarios públicos.
Seguramente a estos y al Sindicato de Comercio no se les pasará por alto que el
sector supermercadista ocupa solo un 8% del total de empleados mercantiles. Si
se recuperasen las PYMES industriales y comerciales, ese porcentual sería mucho
mayor y menos concentrado en unas pocas empresas, en su mayoría extranjeras,
que teniendo un 15% de las bocas totales del país venden el 58% del total
alimentos y bebidas de la Argentina.
Después de
destruir almacenes, tiendas y ferreterías etc., debilitar a los mayoristas,
llevar a la quiebra a cientos de pequeñas industrias y expoliar los salarios de
los empleados de las pequeñas provincias -extrayendo las utilidades y comprando
a proveedores fuera de ellas- se apresta a profundizar su pelea por los
mercados de cercanía: los pequeños supermercaditos de barrios, los
supermercados chinos y los atendidos por familias. Reconvertirse, despidiendo
personal.
Profundizarán
su voracidad sobre los mercados de cercanía y, van también, por el negocio de
los mayoristas, de modo, no solo de quedarse con esta fracción del negocio,
sino para ahogar a los pequeños comerciantes (chinos y familiares) que dependen
de estos.
¿Y el
Estado?, se hará cargo de los descartados y sus familias. Un estado socialista, con empresarios capitalistas sin riesgo.
(*) César Augusto
Lerena es el Presidente
de Assistance Food
Argentina S.A. y el Director de Assistance Food
America, Inc. También es un agente para más de 100 empresas
argentinas, uruguayas y chilenas que exportan alimentos a Estados Unidos, ante
la Food and Drug
Administration (FDA) por aplicación de la Ley
de Bioterrorismo. Sus actividades públicas incluyen:
Ex-Secretario de
Estado, Asesor de la Presidencia de la Nación (1989-1991)
Ex-Secretario de
Bienestar Social de Corrientes (1971-1973)
Ex-Funcionario
de SENASA (1976-1987)
Ex Asesor de la
Presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación (2007)
Además, Dr. Lerena
ha publicado 18 libros, 1.385 publicaciones técnicas, 627 Trabajos de asesoría
profesional y 300 proyectos industriales y productivos. Sus trabajos publicados
incluyen:
Ley Nacional de
Pesca (Anteproyecto de Ley Nacional) (1988)
Bromatología de
los Productos de la Pesca. Organización racional de los servicios
de control de calidad y sanidad (1988)
La Industria
Pesquera Argentina, reafirmación o decadencia (1989)
Las Normas de control
sanitario de los productos pesqueros en la República Argentina concordadas con
la Directiva del Consejo Nº 91/493/CEE de la Unión Europea (1992)
Malvinas.
Biografía de la Entrega. Pesca, la moneda de cambio (2009)
Hacia una
soberanía plena en el Atlántico Sur (2010)