IDESA.- Se asocia la tragedia del submarino
desaparecido a la decadencia que sufrieron las Fuerzas Armadas luego de su
deslegitimación por la dictadura militar. Pero muchos de los factores
desencadenantes son comunes al resto del sector público. Asumir al gasto en
personal como prioridad absoluta en la administración del Estado implica poner
por encima del interés general los intereses sectoriales.
Las posibilidades de rescatar con vida
a los tripulantes del submarino ARA San Juan se desvanecen. De no mediar un
milagro, los especialistas sostienen que el devenir de la nave habría sido el
de una tragedia. Fueron muy valiosos y emotivos los esfuerzos realizados por
argentinos y la solidaridad de fuerzas militares y civiles especializadas de
muchos países que, incluso dejando de lado diferencias entre ellos, desplegaron
recursos y esfuerzos logísticos para colaborar en la búsqueda.
El desaventurado destino de la nave
militar induce a la reflexión y a un análisis crítico sobre la situación de las
fuerzas armadas. Las fallas y las debilidades de gestión son muy visibles y es
natural tender a asociarlas con la profunda crisis en que cayeron las fuerzas
armadas luego del último golpe militar.
Sin perjuicio de la posible validez de
este argumento resulta pertinente adentrase en la forma en que se administran
los recursos asignados. Según el Presupuesto 2018, la Armada tendrá un
presupuesto total de $21 mil millones que será distribuido de la siguiente
manera:
El 88% se destinará al pago de
salarios.
Otro 10% se asignará a la compra de
insumos.
Sólo un 2% se aplicará a inversiones de
los cuales sólo la mitad será en maquinaria y equipos.
Estos datos, aunque parciales y
superficiales, sugieren el estilo de gestión prevaleciente. La Armada opera
como una institución concentrada en pagar salarios. El presupuesto asignado a
inversiones es muy limitado y el componente destinado a maquinaria y equipos,
que es el más asociado a la modernización tecnológica, es marginal (del orden
del 1% del presupuesto). Bajo estas condiciones, contrarias a una fuerza
militar moderna –por ejemplo, en Estados Unidos los salarios absorben sólo un
tercio del gasto militar–, las limitaciones y debilidades presentes en la
gestión logística y militar no deberían sorprender.
Lamentablemente está situación no es
excepcional sino la regla dentro del sector público argentino. Por la magnitud
de las dotaciones de personal y los niveles remuneratorios superiores al sector
privado en puestos y calificaciones similares, los organismos públicos terminan
asignando la mayor parte de sus presupuestos a gasto salarial. La contrapartida
es la escasez de recursos para la compra de insumos y la postergación de
inversiones. Por ejemplo, es común que en el sector de la educación estatal el
gasto en personal (docente y de apoyo) represente el 90% del presupuesto,
haciendo que la falta de material de enseñanza sea crónica y las inversiones
tecnológicas y edilicias episódicas y generalmente por la vía de donaciones.
Situación análoga se observa en el sector de la salud pública donde la masa
salarial también ocupa más del 90% del presupuesto conviviendo con la falta
crónica de insumos y de equipamiento moderno.
Tomar como prioridad sumar empleados y
aumentar sus remuneraciones es el principal factor que explica la incapacidad
del Estado para dar buenos servicios. Una organización tan concentrada en sus
empleados, al extremo de descuidar insumos e inversión, no puede ofrecer
servicios de calidad. Personal sin insumos es improductivo y la escasa
inversión hace que no haya innovación y adopción de nuevas y buenas prácticas.
La situación no se resuelve aumentando el presupuesto. Esto no hace más que
alimentar la enorme presión de mucha gente por ingresar al Estado lo que lleva
a que se termine priorizando el incremento en la dotación de empleados en lugar
de su profesionalidad.
Los
tripulantes del submarino son más víctimas que héroes. El desencadenante no fue un acto de
arrojo por ideales supremos sino un viaje de rutina que terminó en tragedia por
un entorno signado por la inoperancia, la falta de previsión y los medios
obsoletos. No es una situación excepcional sino un caso extremo y visible de los
daños que diariamente genera el mal funcionamiento del Estado. Muchas más y
anónimas son las victimas que sufren las consecuencias de un sector público
capturado por los intereses sectoriales.
El Instituto
para el Desarrollo Social Argentino es un centro de estudios, independiente
y sin fines de lucro, especializado en la temática del mercado laboral; el
sistema educativo y de capacitación laboral; la seguridad social; el sistema de
salud y la asistencia social. Las investigaciones están centradas en las políticas
públicas vinculadas con el desarrollo social de la República Argentina y el
resto de los países latinoamericanos.
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